Claves de gestión emocional durante un confinamiento

Las emociones durante el confinamiento

Poco a poco estamos volviendo a la "normalidad"; ya podemos pasar ratos al aire libre, hacer deporte, conversar con otras personas manteniendo el distanciamiento social... Algunos/as teletrabajamos, o combinamos un tiempo presencial con otro virtual, estamos bajo descanso laboral forzado, o bien hemos perdido directamente el trabajo. Algunos/as tenemos que cuidar de niños/as que a su vez están sufriendo los efectos de su propio confinamiento y de su adaptación a una nueva forma de seguir con sus actividades, otros/as tenemos demasiado tiempo para pensar y para aburrirnos...



Resulta evidente que el confinamiento no afecta de la misma manera a todas las personas y que las circunstancias particulares son muy diferentes. Aun así, hay una serie de características psicológicas y emocionales que se pueden manifestar durante esta etapa y que pueden afectarnos en mayor o menor medida al conjunto de la sociedad.

Primero:

  • Nuestra rutina (laboral, de estudios, social, doméstica...) ha sido alterada.
  • Sentimos incertidumbre por el futuro inmediato y próximo. Por cómo volveremos a nuestra rutina y qué afectaciones nos encontraremos.
  • Sentimos miedo de enfermarnos y también de que se enfermen nuestros seres queridos. En ocasiones, el miedo es de actuar como vectores y poder poner en riesgo a nuestros familiares.
  • Las condiciones de trabajo pueden ser difíciles de sobrellevar o generar muchas dudas y complicaciones, así como el hecho de no trabajar durante este tiempo puede derivar en un peor estado de ánimo y agravar problemas personales previos a la pandemia.
  • Sentimos inseguridad por la situación financiera, en casa, y como sociedad.
  • Desarrollamos hábitos de precaución y cuidados muy necesarios pero que interfieren en la vida cotidiana (lavar, desinfectar, mantener la distancia, usar mascarillas...).                 
  • Intentamos "contener" a otras personas, ayudándoles, levantándoles el ánimo, y esto muchas veces supone que actuemos como "esponjas" y absorbamos parte de su malestar.
  • Si tenemos personas a nuestro cargo, especialmente, niños/as, disponemos de muy poco espacio personal porque hemos de cuidar, educar, enseñar, contener y a la vez alimentar, etc. a otras personitas que están confinadas en casa y requieren de una gran atención.
                      
  • Si convivimos con otros familiares y/o pareja, puede ser difícil también encontrar nuestro espacio personal y además las relaciones pueden desgastarse por los propios sentimientos derivados del confinamiento y por los de los demás. Su propia frustración, miedo, estrés, ansiedad puede repercutir en la manera de relacionarnos. 
  • En el caso de convivir con alguna persona agresiva, se pueden presentar mayores situaciones de violencia por el hecho de pasar tantas horas bajo el mismo techo y con todos los agravantes antes mencionados. Es más fácil que estemos irascibles y hay personas que pueden dejarse llevar por la ira y hacer daño físico y/o psicológico.
  • En el caso de vivir solos/as o pasar mucho tiempo solos/as, podemos sentir agudizada la soledad o percibir como negativo disponer de tanto tiempo libre y necesitar el entretenimiento y el apoyo que nos dan otras personas.
  • Y hay quienes se enfrentan a la pérdida de seres queridos o de personas de su entorno.

Segundo:

Todas estas situaciones pueden hacernos manifestar en mayor o menor medida:
  • Labilidad emocional (algunos comportamientos que son desproporcionados como una  risa excesiva o gritos exagerados)
  • Miedo y ansiedad
  • Baja eutimia (peor estado de ánimo)
  • Estrés (y problemas derivados como síntomas psicosomáticos; por ejemplo, dolores de cabeza o trastornos gastrointestinales)
  • Sentimientos de indefensión y desesperanza
  • Tristeza
  • Sentimientos de incongruencia o disconformidad (con la propia vida que llevamos, con nuestra situación sentimental o profesional...)
  • Fatiga y falta de iniciativa y de energía
  • Dificultades de concentración
  • Y un largo etcétera

¿Qué podemos hacer?

No existe una única receta magistral y que sirva para todo. Las circunstancias de cada persona pueden ser diferentes, así como su capacidad de afrontar las vicisitudes de la vida. Asimismo, las diferencias en gustos e intereses pueden hacer variar las opciones para estar mejor. 

Por ejemplo, a una persona que le guste mucho la música, el hecho de tener tiempo y recursos casi ilimitados para escuchar música de todo tipo, desde la tranquilidad de su hogar, le puede parecer un verdadero privilegio y llegar a disfrutarlo mucho. Es cierto que algo puede servir en un momento dado y otro día ser inocuo, pero al menos es un recurso fácil. 

Una persona que conoce las virtudes de los ejercicios de respiración y de meditación puede encontrar estos días un verdadero aliado en estas prácticas. Y puede ser beneficioso para quienes quieran iniciarse. Pero hay que sentir cierta curiosidad y motivación; sería fútil decirle a alguien "medita" cuando no le apetece hacerlo.


                   



Algunas claves de gestión emocional:

  • Identificar las emociones
Por ejemplo, en un momento dado podemos sentir malestar y ponernos en tensión. Si intentamos detener el tiempo y ver qué nos está pasando, quizá identifiquemos que "nos hemos frustrado porque las cosas no están saliendo como pretendíamos". La frustración existe y no podemos hacerla a un lado.

    • Afrontar 
    Imagen recortada de una mujer en pijama acostada en la cama y es ...
    Si ya hemos identificado lo que nos sucede, podemos buscar maneras de mejorar.

    Nos podemos preguntar:

    1. ¿Qué lo provoca mayoritariamente?
    2. ¿El cambio depende de mí o escapa a mi control?
    3. En caso de no poder cambiar ahora, ¿cómo lo puedo prevenir/remediar en el futuro?
    • Cuidarse
    Es una buena época para aprender o continuar cuidándonos. Desde el amor incondicional. Para que hagamos actividades que nos aporten dicha y bienestar. Por ejemplo leer, escuchar música, hacernos la manicura (aunque estemos en casa, si eso nos gusta), hacer ejercicio físico, masturbarnos, cocinar, coser, practicar un idioma... Es recomendable dedicarse a prácticas que nos den placer y nos ayuden a mantener un mayor equilibrio emocional.
    • Innovar 

    Cuidarnos en nuestra zona de confort puede ser muy reconfortante. Quien sepa tejer, ahora dispone de tiempo y puede hacerlo. Pero también puede ser un buen momento para iniciarse en alguna práctica que nos haga ilusión, como un tipo de danza, o técnicas decorativas, etc.
    • Romper la rutina 
    Algunas personas funcionan muy bien con rutinas muy claras y en estos momentos pueden haber tenido que adaptarse a unos cambios muy bruscos. Quizá recuperar parte de su rutina es lo que les hace falta.

    Otras personas pueden haber visto reducidas sus actividades en cuanto a movilidad y variabilidad, y quizá les parezca que cada día es igual y esto se les haga por momentos insoportable. En ese caso es bueno encontrar algunos elementos que nos hagan "distraernos" de la monotonía. Puede tratarse de acciones muy simples: darse un baño de espuma, preparar una cena laboriosa o una merienda muy dulce, seguir tutoriales de actividades que desconocemos, hablar cada día con alguna persona que estimamos pero que no solemos tener tan en cuenta en nuestro día a día, iniciarse en la jardinería...

    • Mantener el equilibrio
    Estos días puede ser más difícil mantener la estabilidad mental y emocional. Algunas personas se vuelcan a realizar un sinfín de actividades para mantenerse ocupadas -o quizá lo hicieron las primeras semanas de confinamiento, o han ido alternando una gran actividad con una gran pachorra-. Otras miran el tiempo pasar desde sus ventanas o sentadas en el ya hundido sofá... Los extremos no suelen ser lo ideal. En general, buscar un estado intermedio puede ser la clave para mantenernos sanos/as psicológica y emocionalmente hablando.

    Por último, tenemos una gran oportunidad, en la mayoría de casos, para adentrarnos en nuestra mente, para conocernos mejor y para identificar aquello que nos suele ocasionar problemas. Para hacer insight. Teniendo en cuenta lo anterior, algunas personas necesitan desconectar de tanta introspección porque las puede llegar a "deprimir" u ocasionarles ansiedad... Cada uno/a se conoce y debería intuir sus límites. 

    Como sociedad, somos muy exigentes con el tiempo libre, incluso durante el estado de alarma. Sin dilación hemos recibido propuestas de todo tipo, que a su vez hemos compartido y difundido, para que todos/as estuviéramos ocupados, formados, bien nutridos, en forma, etc. Claro que estos recursos suelen resultar útiles y gratificantes. Pero este abastecimiento nos podría generar sentimientos de culpa, por ejemplo, si percibimos que no estamos a la altura y que no estamos aprovechando realmente el tiempo. 

    Sí que es verdad que tenemos la oportunidad de dedicar más tiempo a prácticas que puedan ser estimulantes o que mejoren nuestro nivel de competencia, pero en la mayoría de casos no es tampoco imprescindible que invirtamos "tan eficazmente" nuestro tiempo libre.

                       

    Tomemos la suficiente perspectiva para mantener nuestra agenda equilibrada, entre el ocio, la proyección laboral o profesional, las relaciones interpesonales... Busquemos nuestra receta, pues como decía al principio, no existen recetas únicas y magistrales.

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